domingo, 11 de mayo de 2014

Disfrutando del vestibulo de un hotel

Mi modesto cuartel dijo. No se por donde empezar dijo con una voz ronca, encogiendose de hombros, y enseguida le lanzo una deslumbrante sonrisa medio oculta por aquel flequillo absurdamente largo que solo alguien sin sentido de la realidad podia usar Te lo resumire: y yo hemos terminado. Y estoy arruinada, no tengo nada y yo estamos sin casa y sin un centimo. Mi marido es un gran hombre. levanto la cabeza al instante. se pregunto si  estaba intentando asustarla. Pero en realidad, solo la estaba advirtiendo de los peligros y de las trampas que escondia Malaga, algo de cuya existencia ya estaba informada.

Un recuerdo doloroso. Lo he llevado todo el dia conmigo. Quizas este cansado dijo Yen. Max habia estado mordisqueando barritas de chocolate y algunas nueces que habia llevado consigo. Habia trabajado ya en muchas peliculas y conocia su forma de trabajar. Con sus conocimientos en el campo de la genetica y su experiencia como becario en un laboratorio de fertilidad, Je aporto la parte tecnica a una idea incipiente. Paulina, por su lado, colaboro con una cabeza privilegiada para los negocios. De hecho, su olfato empresarial era asombroso. No solo identifico un bien por el que un sector determinado del mercado estaba dispuesto a pagar precios exorbitantes ovulos de la mejor calidad— y encontro un modo seguro de obtener un suministro regular y en abundancia decirles a las donantes que unicamente se usarian para la investigacion—, sino que incluso se le ocurrio una forma de sacarles el doble de partido.

Le extraian siete u ocho ovulos a una donante e implantaban cuatro en una clienta y otros cuatro en otra. De este modo, pagandole quince mil dolares a la donante, podian sacar, no solo doscientos mil al final del proceso, sino a veces cuatrocientos mil. Habrian hecho una fortuna con dos clientas al ano. Pero resultaba que estaban haciendo dos o tres operaciones al mes. dejo Ribanova la manana del dia de Nochebuena se despidio de el en el vestibulo del Hotel Malaga y, tal y como cabia esperar de su caracter de hierro, ni siquiera cambio el gesto en el momento de decirle adios, ni tampoco cuando  le propuso que le visitase en Madrid en compania de Juan Sebastian Arroyo.

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