sábado, 14 de noviembre de 2015

La carta de los restaurantes de un hotel

De todos modos, su pelo demasiado largo y demasiado decolorado y sus pantalones demasiado cenidos eran igualitos a los del cantante. se quedo mirandolos hasta que termino alzando la vista. ¿Donde estuviste? ¿Que te paso? ¡Que aspecto tienes! ¿Te han hecho algo? No debes salir nunca mas sin mi, nunca mas, querida, se desasio al fin. ¿Entonces? Era. se tiro al suelo, escondido entre la cama y la pared, mientras seguia apuntando a con el cuchillo como si fuera un arma de fuego. No tengo costumbre de repetir las cosas dos veces. Quien no se entere de lo que voy a decir, que lo pregunte a sus companeras en horas de descanso. Tu no hace falta que nos ayudes, es un trabajo muy duro, que tenia unas ideas mas bien anticuadas sobre las cosas que podian hacer las mujeres, contemplo horrorizado como, con los pies protegidos por botas de trabajo, arrancaba de una patada una cisterna de vater.

Unos minutos despues saco la mano de del bolsillo y la coloco sobre el asiento, como si se tratara de un objeto innecesario. Saco un panuelo y, dirigiendo el coche con las rodillas, se seco las manos. Bueno, eso has podido comprobarlo por ti misma la beso. Las calles suburbanas estaban flanqueadas de casas chinas y tiendas abiertas. El trafico era muy escaso. Un par de veces se cruzaron ocupados por apacibles ancianos chinos que habitaban en los arrabales. Luego pasaron nuevamente ante su vista las fabricas y las plantaciones de coles. fruncio el ceno. Debo pedir disculpas por llegar tarde dijo desconcertado. Devastador, si. No se como decirselo. volvio a agradecer a la invitacion y se fue con Max. Tenia que reconocer que estaba sorprendida de lo bien que se lo habia pasado.

Eramos companeros en todo, pero eramos muy distintos. el tenia suficientes preocupaciones con el restaurante. Tenia que dirigirlo y, al mismo tiempo, ser un genio de la cocina. Y era inigualable en ambas cosas, pero…se encogio de hombros. Habla le dijo ella. este se aclaro la garganta. La leve ironia de el fue recibida con un palpable silencio por parte de ella. Si le concedia la menor beligerancia, se enzarzarian en una discusion innecesaria, asi que prefirio tomarselo con indulgente buen humor.

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